El arte podría ser la herramienta de un decir que se fragmenta, se pierde, se evade de la vida. ¿Qué será entonces trabajar el arte –con arte–, frente a una sociedad que asfixia, oprime y tal vez desea que este sea el último decir de una herida social que permanece abierta? Pablo Melicchio asume esta herida y se permite una serie de reflexiones sobre el lugar de la palabra dicha y la palabra escrita, sobre la existencia, la locura, el psicoanálisis. Para esto traza un recorrido por la palabra que sana, y la que enloquece, de la mano de autores como Jacobo Fijman, Oé, Freud, Sabato, Pessoa, entre tantos otros.
Este libro transmite además la experiencia del taller literario reflexivo “Letra contra la violencia”, llevado en el Parador Retiro, como uno de los tantos lugares donde los hombres sin huella, casi, transitan sus noches, que dicen de sus días. Los hombres en situación de calle son encontrados entonces en las palabras, y las palabras encuentran sujetos dispuestos a afrontar sus pérdidas. Pero no es sin arte, no es sin la escucha, no es sin esta insistencia de Pablo Melicchio de llevar la palabra allí, donde nadie la había esperado.
Un testimonio hecho de subrayados, de puntuaciones, de marcas que dan lugar a otro tipo de vida, que intentan la salvación por el arte. Sin perder el continuo horizonte de un decir que se fragmenta, se pierde, se ahoga… hasta que la palabra logre amainar tanta tristeza mal sana, mitigue ese dolor tan íntimo, modere el sinsentido de un golpe que no deja de caer sobre los hombres. Porque lo que el arte puede salvar, nos muestra Pablo Melicchio, es, justamente, la palabra no dicha de cada uno.