La obra de Roberto Arlt detestada en la intimidad por la derecha, venerada públicamente por la izquierda es un territorio de disputa. En Fémina Infame, el clásico silenciado de Elsa Drucaroff, una de nuestras críticas más importantes, la pelea de género se agrega a esta disputa. Fémina Infame es un anagrama que inventa la autora, leyendo en Arlt qué es, para el mundo, una mujer. Drucaroff no busca la corrección política. Detecta conflictos de género que nunca se leyeron en Arlt y los cruza con los ya leídos conflictos de clase. En un autor que se consideró un rebelde, coexisten la consciencia de la hipócrita moral sexual que beneficia a los varones, con el odio por las mujeres y una necesidad desesperada de perpetuar esa moral; coexisten el deseo de la revolución social con el terror por sus efectos; la seducción de la violencia política como herramienta contra el capitalismo, con el horror por esa violencia. Hoy las mujeres y los géneros disidentes están en la calle. También están en la calle las víctimas del capitalismo. Con su prosa apasionada y precisa, Drucaroff acerca a ambas luchas las ideas que lee, al trasluz, en uno de los escritores más potentes del siglo XX.