La psicología escolar, presente desde los orígenes mismos de la escuela pública, nació como una extensión del saber psiquiátrico con el encargo de ordenar, normalizar y encauzar los contornos más convulsivos de la educación. El psicólogo escolar, cuyas prácticas arqueológicas han sido centrales en la fabricación del individuo moderno, permanece aún prisionero de aquel mandato.
Desde hace algún tiempo, no obstante, la antigua vocación que pretendía trazar las fronteras entre lo normal y lo anormal, diseñar una sólida pedagogía correctiva e implementar circuitos escolares diferenciales, ha dado paso a una sensibilidad que celebra lo diverso, las identidades multiculturales, sus diferencias y su integración.
El especialista de la escuela (el psicólogo, pero también la fonoaudióloga o la psicopedagoga) encuentra allí una nueva encrucijada. Entre el pasado que lo condena e inmoviliza y una ascensión que lo redime -pero que no lo orienta-, sospecha de su problemática e incómoda identidad.
Editorial NOVEDUC